lunes, 22 de agosto de 2016

El Pueblo y el Estado.

por: Arq. Víctor Hugo Torres

@torresegas


Los espacios noticiosos están llenos de información electoral que dan cuenta de las escaramuzas de las distintas tiendas políticas que aspiran a captar el poder, en un juego cíclico que consiste en tratar de impedir que siga la misma argolla, para dar chance a otra argolla que quiere sacrificarse por el Estado. 
Para el pueblo, el Estado se expresa en lo cotidiano, en el trato que recibe cuando acude en busca de cupo para la escuela de su hijo, cuando busca trabajo, en el transporte público, en el hospital, en el Juzgado o en los controles policiales. Ahí siente el peso del Estado del que hablan los grandes personajes, allí se traduce la Constitución que según dicen está llena de derechos y garantías. Por lo mismo, sabe que gane quien gane, debe trabajar para comer.

Entre el pueblo y el estado, el sistema ha colocado al servidor público, que es el encargado de aterrizar los conceptos. Tanto los gobiernos de  cercanía como el gobierno central deben cuidar que los aparatos administrativos estén al servicio de la gente y se constituyan en facilitadores de la cosa pública; eso que parece razonable, no siempre se cumple  a juzgar por las experiencias que a la mayoría nos toca vivir. Tres meses para obtener una cita médica, tres horas para que lo atiendan en el Hospital, seis meses para aprobar un plano, tres meses para cobrar una planilla, largas filas para cobrar el bono, madrugar para obtener un turno o sufrir la incautación de  los productos de su venta callejera. 
La burocracia es importante para el desarrollo de los pueblos, en tanto se encarga de implementar la ley, pero hace falta que esté referenciada en función de la gente, a la larga, la razón de su existencia. 


Artículo publicado en diario La Hora Ecuador Santo Domingo 22.08.2016

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