jueves, 12 de junio de 2014

Nuestra Gente: Historias de vida VI. El “ADAC” no ha muerto...


El “ADAC” no ha muerto...


Por: Dr. Heckel Vega Velarde


Son pocos los hinchas deportivos, sobre todo los futboleros, que tienen recuerdos  de la Asociación Deportiva de Amigos Colorados, “ADAC”. Institución deportiva que marcó hechos históricos en la sociedad T´sachila, desde su nacimiento.

Se debe decir que la práctica deportiva en la década del 60 al 70 tenía otro tinte; era la expresión de una sociedad amateur, sin fines de lucro, sin intentar siquiera exhibicionismo, peor distinción de clases sociales; era la sumatoria de una ecuación no muy común en estos tiempos : juego + amistad = deporte.

Surgida desde los códigos de amistad que se unen a través de los tiempos, no se escapan de nuestras mentes los aniversarios cada mes de agosto, una semana entera de celebración, con torneos , ginkanas entre familias , concursos, entrega de reconocimientos, carro alegórico , y sesión solemne; para rematar con el baile en conmemoración a la unión deportiva y familiar. Se coronaba a la reina, que necesariamente tenía que ser hija o nieta de los socios. En definitiva una tradición que dejo huellas entre quienes la compartimos.

Aseguran que fue una tarde del mes de Agosto de 1961, cuando en medio de una reunión de amigos, y luego de haber compartido dos jabas de cerveza se formó el  ADAC, con sus colores azul y blanco; y fue en la “Papelería Chávez”,  con la presencia de Don Jorge Chávez (dueño de casa);  Don Miguelito Velarde,  Vitucho López, Vicente Pozo, Raúl Enderica, Lcdo. Montalvo. Perico Santillán, Fabián Garzón, Rodrigo Chávez, y otros amigos, los que decidieron formar la  ASOCIACION DEPORTIVA ATAHUALPA CLUB,  y comprometerse a mantener su amistad y cariño al deporte por el resto de sus años.
Se llamó ATAHUALPA CLUB  por un espacio de 1 año, y el nombre tenía relación al club Atahualpa del barrio El Dorado de la ciudad de Quito donde habían jugado fútbol algunos de los socios. Al cumplir el primer aniversario se cambió la denominación Atahualpa a la de AMIGOS COLORADOS. Siempre manteniendo el A- D- A- C.

Sin tener mucha habilidad para jugar básket, decidieron participar por primera vez en Julio de 1962 , en un torneo local , con resultados no muy halagadores que digamos.


Desde 1965 a 1975 

La vía Alóag – Santo Domingo se había convertido en el eje principal de comercio entre la costa y la sierra; pero también se tornaba peligrosa por la serie de  accidentes permanente que existían por la peligrosidad de su pendiente, especialmente en la curva de “La Unión del Toachi” , semanalmente  se accidentaban y caían varios vehículos al Río, es por lo que un grupo de jóvenes del Club ADAC , formaron un escuadrón de rescate, encabezado por Fabián Garzón , Etho Vega, Sergio Pólit , y otros; para en medio de euforia, riesgo y apasionamiento  rescatar desde la profundidad del río Toachi a los accidentados, simplemente a cambio de reconocimiento para el Club.


Reuniones familiares: 1972- 1992

Cada 31 de Diciembre durante muchos años ; La Asociación de Amigos Colorados, reunían en su seno a muchas familias santodomingueñas; me atrevo a decir que no menos de 300 personas disfrutaban la fiesta de fin de año. Grandes  y chicos compartían la algarabía  del concurso de disfraces  y de una buena compañía. Las fiestas duraban por lo general hasta las 06h00 del primero de enero en un ambiente de cordialidad y amistad.

Una socia lo recuerda así:

"... El tradicional baile de fin de año, en el cual  cada familia se caracterizaba por presentar por lo menos un destacadísimo disfrazado, era una competencia sin precedentes, porque quienes tenían ese don especial y gusto por disfrazarse, hacían todo lo inimaginable por llevarse el premio mayor, hubieron por varios años competencia estrechísima y se ganaron a la par los trofeos de campeón, destacando siempre: Marthita de Enderica, Etho Dillon, y  Chavelita Chávez, etc, etc. Eran bailes sensacionales porque todo el mes se tenía la expectativa de quien será el mejor disfrazado…"

“Recuerdos imborrables del testamento de año viejo, escrito por el Lcdo: Roberto Nieto, y Raúl Enderica, con el asesoramiento de Jorge Espinoza. “Es que el ADAC no era solo fútbol, durante muchos  años practicaron el “deporte” de la JIMBA, con cuaderno y lápiz en mano; apuntaban la sumatoria de puntaje del lanzamiento de los dados y compartían en el hueco de las 5 esquinas junto a “Papi” Ledesma; “Primo” Valarezo, “Papa Becho” y más."


Labor social

Sin tener el glamur del Club de Leones o la estética de Los Rotarios; se formó un  Comité de Damas del Club ADAC, que durante ya varios años hacen acción social en beneficio de los más necesitados. Sin propaganda, sin poses, con mucha solidaridad, a veces no de la magnitud que se quisiera, pero con una entrega y cariño incuantificable, ayudaron a quienes más lo necesitaban.  Siempre resulta incomprensible e imposible enumerar a todas, pero debo destacar  a “Mama Yoya”  Luisita, Cecy,  Pía, Rocío, Isabel,  María Eugenia, Lourdes,  Deysi,  Fany,  Martha, Lupita, Miryan, como las principales gestores de esta labor encomiable. Para muchos la institución como masificadora  deportiva ya desapareció, pero el grupo de amigas del ADAC se mantienen unidas hasta estos días en las buenas y en  las malas.


Los torneos cantonales de fútbol

Máxima: Así se denominaba a la primera categoría del fútbol amateur en nuestro cantón; en la década de los 80 participaban varios Clubes:  Santo Domingo; Electrificación; Juventus, Nacional, 16 de Diciembre , Talleres Mestanza, Luz de América, 20 de Noviembre , Alianza Juvenil, Liberación Popular entre otros.

Durante varios años campeón de Santo Domingo, Tricampeón en  1980 – 1981 – 1982. Bicampeón  en 1985- 1986;  teniendo en sus filas a jugadores como: Quintero, González, Quezada , Márquez, Loor, De la Cueva, Jama, Rosero, Bastidas, Santamaría,  Alava, Calvache, Cornejo, Cedeño, Lugo, Baldeón, Intriago, Peña, Valencia, Velarde, Bedoya, Rivero, Nevarez, Garzón, Arias, Apolo, Bénitez, Calle y otros amigos peloteros que no recuerdo sus nombres,  porque quien escribe estas letras también esta “ viejo”.

Cuantas anécdotas de Patricio Velarde, goleador durante varios años del fútbol de Santo Domingo. No pudo haber tenido la técnica de su hermano Miguel, pero que ganas, que empuje, nunca dio una bola por perdida, se “arrastraba” y la metía. Ejemplo de tenacidad y constancia, que se vio reflejada en la cancha para luego llevarla  a su vida diaria como ejemplo de lucha.  

Era un equipo que llevaba mucha gente al estadio;  sobre todo familiares de los jugadores que los acompañaban permanentemente; para muchos ir a la cancha el domingo  era tan necesario como ir a misa para un cristiano.  Alguna vez construyeron la primera tribuna del Estadio Obando y Pacheco. Con cañas guaduas, y paja toquilla se hicieron una ramada que les cubría del sol.  Destacaba sus cánticos, sus bromas, pero sobre todo su aliento permanente a sus amigos de fútbol. 

No olvidaremos a la señora Juanita Fortty, que siempre ponía sus velitas a las almas para que a los muchachos les vaya bien.  


“YO TE DARE, TE DARE UNA COSA, UNA COSA QUE EMPIEZA CON “A “ 
“ADAC”


ADAC; Campeón de Pichincha

Que gran final, digna de una historia sin precedentes; sobre todo para quienes habían soñado ese título y no lo habían podido conseguir durante 30 años de participación en los torneos locales; y fue el 13 de Enero de 1992 en Sangolquí, en el Estadio General Rumiñahui, ante más de dos mil aficionados que asistieron a la final ADAC – UNIVERSIDAD CATOLICA.

En el partido de ida; El club de Santo Domingo  había derrotado a Universidad Católica  en el Estadio  Obando y Pacheco por el marcador de tres goles a dos. En el partido de vuelta Universidad Católica le ganó uno a cero en la Mitad del mundo.
Toño Pérez (Chileno) era el técnico de ADAC, hombre muy trabajador y estricto , se consideraba pupilo de Dussan Drascovich, veía al fútbol de otra manera, y desde hace 25 años atrás  ya jugaba con línea  de tres defensas centrales, con dos carrileros muy rápidos (Collins Arias y la “muñeca Vera).

La noche anterior a la final,  “concentramos” en el Hotel La Siesta; no podíamos dormir, la ansiedad nos mataba. Salimos rumbo a la Sierra a las 06h00, café con leche, dos panes, mermelada, tortilla de huevo,  un pedazo de queso, plátano y sandía.

En Alóag teníamos a  varios jugadores “mariados”, vomitando todo lo “poco” que habíamos comido. “Inongo” Intriago preparó una agua caliente de hojas verdes para todos los “enfermos” del viaje.
Llegó la hora de la final: camerinos, canilleras, camiseta azul, pantaloneta blanca, medias azules, zapatos de pupo,  masajes, olor a linimento, el grito de la barra del equipo visitante que era mucho más que la de los locales.  

El ADAC alineó de la siguiente manera: “Ñato” Kleber Mendoza en el arco; en la defensa: Gustavo Muguerza , Pablo Veintimilla y Heckel Vega; marcando Arias y Vera; medio campo con Valencia, Saavedra,  Jorge “Manimal” Alcivar; y adelante Bradys Colombón y otros destacados jugadores. Universidad Católica con Francisco Callejas, Guido Toledo y el “Mono” Mauricio García, ganaban al equipo de Santo Domingo al término del primer tiempo por 2 goles a 0. 

Siempre nos preguntamos que nos pasaba; y siempre respondemos que no sabemos. Que el fútbol es cambiante; que cada cual juega como lo siente y que las circunstancias hacen que varíe el resultado.

Un segundo tiempo sensacional, unas ganas inmensas de ser campeón; y el triunfo llegó con dos golazos de Jorge Alcívar, que nos obligaba a jugar dos tiempos suplementarios ante la algarabía de los más de mil hinchas t´sachilas que habían llegado a ver a su equipo  coronarse campeón.

El alargue del partido para los santodomingueños fue determinante, ya que por su extraordinaria condición física no tuvo inconvenientes para convertir dos goles por parte de Bradys Colombón y coronarse campeones de Pichincha por 4 goles a 2.

Hoy, luego de más de 20 años de este triunfo deportivo, vuelvo a expresar desde el fondo de mi corazón, lo mismo que dije el momento de la vuelta olímpica “ Este campeonato se lo dedico a mi abuelo Miguel Velarde, porque él fue el  gestor de este Club deportivo”.

Esa tarde vi a tanta gente llorar y reír al mismo tiempo, que no sabía lo que pasaba.  En medio de alboroto recuerdo el abrazo con Augusto y Carlos  Loor, con Muguerza, Pablito, el Ñato, Manimal, Santamaría, y todos los compañeros. Resulta indescriptible para quien siente fútbol y vive fútbol. Está grabado en mi mente las imágenes de la alegría que brinda un triunfo futbolero.  Todavía palpita el grito en el estadio:

"eme - i : Mi;
 eme - a : Ma
MI MAMA ME AMA,
 TU ÑAÑA TAMBIEN!"


Guido Rubio

Si tenemos que referirnos a fútbol en nuestra provincia y de manera especial en el Club ADAC, hay que destacar el trabajo desinteresado del “Profe” Guido Rubio. Muchas cosas se consiguieron por su perseverancia, por su desprendimiento y por su amor al deporte. De jugador a entrenador y luego a dirigente.

Jugaba de volante de marca, era movedizo, buen pase, movía las piernas rápidamente,  marco algunos goles en el Obando Pacheco, jugó en el equipo de primera hasta cerca de los 40 años , cuando en una tarde fría del mes de Diciembre, la dirigencia del Club “ lo retiro” casi a la fuerza , y le dio el buzo de entrenador del equipo.

Pasaron algunos años, y gracias a su visión futbolera asumió el cargo de Presidente de la Comisión de fútbol y con su esfuerzo económico logró darle fútbol profesional a Santo Domingo. Especial reconocimiento para Fernando Velarde, Guillermo Loor , Patricio Egas,  Victor Paz y Miño  Raúl Enderíca , Mario Carrillo, Raúl López,  Wilson Loor, Patricio Cobos, quienes fueron fundamentales para mantener el ADAC, campeón de fútbol amateur por trece ocasiones.

Los Intercantonales de Pichincha y cada viaje era una enseñanza nueva de familiaridad, de aprendizajes, de compartimiento, de risas, de lloros, de angustias y claro cada viaje también tenía de tarea el ir aprendiendo una barra nueva, coplas o canciones adaptadas con cambio de letras brillantes, que solo el ingenio de ciertos socios lo podían hacer...


Plato de comida “ ADAC”

Sabía usted que un plato típico de Santo Domingo, se llamaba “ADAC”, en homenaje al club deportivo, y a petición de Oswaldo Jaramillo que odiaba las cebollas, y los tomates. Lo vendían única y exclusivamente en el Hotel Victoria, ubicado en la avenida Quito, N.- 105, a pocos pasos del parque Zaracay; puedo decir con orgullo que fue un invento del “ Gordito” Velarde; carne de res gruesa y jugosa, 2 huevos fritos, papas, alverjitas y porción de arroz. Algunos lo podrían comparar con un churrasco; pero tenía una salsa especial de aderezos, salsa china, salsa de tomate, crema de leche que le daba un toque de sabor que obligaba a pedir un pan para “limpiar” el juguito del plato.

Llego el 2005

A los jóvenes entusiastas que en 1962 crearon el club, se les vino los años encima. Muchos de ellos abuelos y bisabuelos, varios viviendo en el exterior, cansados,  otros sin la fuerza anímica y económica para seguir respaldando ideas;  uno que otro todavía con las ganas y empuje para mantener el Club.

Los últimos 10 años encontramos a un Etho Vega Baquero, solo, sin respaldo económico, luchando contra corriente. Sin respuesta al sueño de seguir manteniendo la “Asociación de Amigos Colorados”. Intentando desde cualquier posición darle vida a un club jurídico, al que le ha ido consumiendo el desinterés del paso de los años.

Los hijos, nietos, sobrinos, familiares de la dirigencia que sentó las bases de la mejor institución deportiva de los últimos 50 años, no logramos continuar con la visión de juntarse a través del deporte.

Cierto es que el ADAC NO HA MUERTO,  pero está en estado de coma, y  por ende se encuentran  rondando como gallinazos ciertas instituciones y autoridades que quieren verlo muerto de una vez por todas, para alimentarse de su infraestructura inclusive.

“Para varias generaciones; la de nuestros padres, las de nuestros tíos, los descendientes de nuestros amigos, las nuestras, el ADAC marco sus vidas, nos dejó muchas enseñanzas, nos dejó huella, nos dejó marcadas cosas imborrables de nuestra mente. Recuerdo como si fuese hoy, cuando “Titico”  Pozo, a punto de fallecer, necesitaba cientos de pintas de sangre, y varios amigos y deportistas del club en un gesto único de solidaridad, buscaban gente  y hacían llamados desesperados de ayuda, se acostaban en camillas, se sentaban en la vereda para donar su sangre y salvar un amigo.

ADAC dejo marcada la palabra INTEGRACION;  eso de  no ver estrato social, nos juntamos sin ver el poderío económico de nadie, todos éramos iguales, nadie era más que nadie. Los muchachos de hace 50 años, recibieron el mensaje de que la familia, Dios la impone, pero los amigos se los busca, se los cultiva y se los mantiene para siempre.

En cada una de estas historias, están las de cada uno de nosotros:  este sencillo homenaje a todos los que forjaron el club ADAC: a sus dirigentes, socios, jugadores, hinchada (que sufrió), a las reinas del Club, a los aguateros,  a los “chupa-gratis”, a los kinesiólogos, a los DT, a los metidos, a los enemigos del club, a los árbitros  ( que varias veces le perjudicaron); y a todos quienes respiran aire de deporte así sea en el baño. 

“Los momentos más importantes los compartimos con la familia y con los buenos amigos. Los amigos no nacen como familia, pero terminan siéndolo.”


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En abril 2014, Eckel Vega Velarde. 
Círculo de Periodistas Deportivos del  Ecuador. RP-067

jueves, 5 de junio de 2014

Nuestra Gente: Historias de vida V. "Seguimos llegando"


Seguimos llegando

por: Jessica Carrión


Durante mi vida estudiantil aprendí que santo Domingo es una ciudad muy joven, en la que la mayoría de la población proviene de otros sectores del país. Se me decía que la etapa de crecimiento abrupto había terminado y que se iniciaba una etapa de un crecimiento más bien mesurado. Sin embargo, yo veo que seguimos llegando desde todos los rincones de la patria. Mi propia familia es un ejemplo de eso.
Nací en Cuenca en el año de 1990. Llegue a esta tierra hermosa cuando tenía tres años.  Mis padres se casaron cuando eran aún muy jóvenes; después de tres años de matrimonio tenían ya dos hijas, y se vieron obligados a dejar su ciudad con el único sueño de darnos un futuro mejor. Su nueva tierra fue Santo domingo de los Colorados.
Años más tarde tuve la oportunidad de conocer la ciudad donde nací. Sin duda es una  ciudad muy ordenada, sin embargo, prefiero mi nueva ciudad, por ese calor humano que encuentro en ella y por su rica mezcla entre costa y sierra.

Todas las mañanas nos despertaba un rico olor a café pasado elaborado por mi Madre. Nunca faltó mote en la mesa de mi casa, lo que delataba el origen morlaco de mi familia, pero también había en mi mesa un rico verde asado y nunca faltaba una fritada en la mesa de mi Abuelita, a quien visitaba con frecuencia. En definitiva, mi vida se desarrollaba en medio de diferentes costumbres e identidades.
Pero a mas de las comidas, lo que más me gusta de esta tierra es su calor humano. Cuando mi abuelita salía para hacer sus compras, siempre la acompañábamos. Veía como les sonreía a todos y podía sentir el afecto de todos hacia ella. Eso me hace recordar las palabras de mi padre “saludemos a todos,  sin importar a quien, porque no sabemos si necesiten una sonrisa de nosotros”.

Existen muchas historias de distintas familias que han hecho de esta tierra su hogar.  Quisiera que conozcan a mi Abuelo Juvencio Carrión,  él es oriundo de Nabón un pueblo situado a treinta minutos de la ciudad de Cuenca, en la Provincia del Azuay.
-¿Se siente feliz viviendo aquí? Le pregunto. Con una sonrisa en sus labios me respondió: --Qué más puedo pedir, si esta ciudad me ha dado todo.
-Desde cuando en esta ciudad, Abuelito?
-Recuerdo que llegué en el año 1978. Yo  trabajaba en la construcción de la vía Aloag- Santo Domingo en calidad de operador de maquinaria pesada. Llegué con muchas dudas y un cargamento igual de ilusiones a nuestra primera casa ubicada en las Palmeras manzana 7 casa 9. Al comienzo dejaba a mi familia aquí para irme a cumplir mi trabajo, pero al poco tiempo decidí renunciar a la carretera para convertirme en comerciante.  Mis primeros años los invertí en la venta de productos de primera necesidad. Salíamos a los pueblos cercanos, lunes a la Concordia, martes a Los Bancos, miércoles a Quinindé, jueves La Concordia, viernes hacíamos compras y el Sábado a El Carmen. Domingo descansábamos.  La vida ha sido generosa con nosotros y hemos podido educar a nuestros hijos” termina mi Abuelo.
Hoy que ha acumulado años, está pensando que merece un descanso, por lo que ha decidido comprar una casa pequeña en su Nabón, para irse de cuando en cuando a darse una vuelta y charlar con sus amigos. Lo tienen bien merecido, pienso yo.

Luis Torrico es un argentino que vino por unos días y finalmente se quedó. Él es ahora propietario de las Parrilladas “ Che Luis”. Su historia comienza cuando Jorge Quezada decide  viajar hasta la Argentina de mochilero. Cuando se despedía de su familia, su sobrina Mary Ochoa le recomendó en son de broma que a su regreso trajera un argentino con el que pudiera casarse.

Jorge  cumplió su sueño de conocer esas tierras en donde se paseó lo suficiente. Al emprender su retorno, coincidió que en el asiento contiguo del vehículo que lo traía de regreso, viajaba en calidad de mochilero un muchacho argentino que iba con destino a México, en donde pensaba asistir al mundial de fútbol del 86 y alentar a su selección. Llegaron juntos hasta Quito en donde Jorge, como buen anfitrión, le extendió una invitación para que se desvíe por un momento de su ruta y pase conociendo Santo Domingo. Llegaron a casa de la familia Ochoa que era en donde vivía Jorge. Apenas llegados, se dirigió a su sobrina:
-Me pediste que trajera un Argentino para casarte y yo cumplo mi encargo.
Luis  estaba sonrojado, pero Mary estaba roja como un tomate, según afirma Jorge. Luis interviene en el diálogo para recordar:
-Esa familia resultó un encanto y yo no dejaba pasar ninguna oportunidad sin acercarme a Mary, una joven de apenas 17 años, yo ya tenía veintisiete, pero muy guapa y con una forma de ser que logró moverme el piso apenas la conocí. Era indudable que la broma del matrimonio había marcado nuestra amistad.
-Hice unas vueltas por Santo Domingo, continúa, hasta que llegó el momento de seguir mi viaje. Decidí ir a Quito a hacer unos papeles y volver en un par de días para despedirme. Me esperaba México en donde tenía una cita con Maradona a la que no quería dejar de asistir. 

A mi regreso sucedió algo grave. En un exceso de generosidad, la mamá de Mary metió mi ropa en la lavadora, con tan mala suerte que incluyó mi dinero, mi pasaporte y otros documentos personales que quedaron inutilizados. Este  incidente me obligó a quedarme mucho tiempo más del que había pensado, por lo que decidí renunciar a México, ponerme a trabajar para poder reunir lo que necesitaba y regresar a mi país. Ahora tenía que conformarme con ver el mundial por televisión.

Después de un año en la ciudad Colorada, ocupándose en lo que más podía, Luis alcanzo a reunir el dinero que necesitaba para su regreso a su Buenos Aires querido.  Resultaba mejor el itinerario por Bogotá, así que emprendió viaje hacia el país del norte. Una vez allá y faltando pocas horas para abordar el avión, no pudo más con su pena y decidió hacerle caso a su corazón que le gritaba  que no vaya a Buenos Aires, que su lugar estaba en Santo Domingo.
-Allí tomé la decisión más importante en mi vida. Regresé a Santo Domingo y le propuse matrimonio. Me casé con ella y desde ese día no hemos dejado de trabajar juntos para poder darles a nuestros dos hijos lo mejor. Nunca pensé en dedicarme a hacer parrilladas o a cocinar, todo lo que sabía de cocina era lo que había aprendido de mi padre, que en muchas ocasiones cocinaba en nuestra casa. Pero a pesar de todo esto no me dio miedo emprender mi negocio; iniciamos vendiendo pinchos y a medida que pasaba el tiempo nos dimos cuenta que la acogida de nuestros clientes iba creciendo, por lo que después de vender la casa que habíamos obtenido con mucho sacrificio, construimos el local en donde en la actualidad funciona la Parrillada “Che Luis”.

Luis y Mary conforman una linda pareja que ha tenido éxito en el negocio. Con toda seguridad habrán tenido que vencer muchos obstáculos, pero es indudable que con esfuerzo y dedicación, han logrado levantar un prestigio a nivel local y nacional.
-Creo que he sido bendecido siempre en mi vida, me siento muy feliz porque logré tener la familia que siempre soñé. Hasta ahora no puedo establecer si el lavado de mis billetes fue una medida deliberada de mi suegra o efectivamente fue un accidente. En todo caso, le agradezco por haberme proporcionado tanta felicidad,  nos dice Luis Torrico, con una amplia sonrisa.

Reflexiono sobre mi entorno familiar y corroboro lo que decíamos al comienzo; este pueblo sigue creciendo cada vez más porque seguimos llegando compatriotas de todo lado. Solo en mi círculo encuentro a personas de Santo Domingo, de Cuenca, de Nabón, de Quito, de Manabí y hasta de Argentina. En este grupo destacan mis dos hijas que orgullosamente nacieron en esta ciudad, llena de abundante vegetación pero sobre todo de personas amables. Ellas constituyen la minoría por su lugar de nacimiento, aunque cada vez los Santo Domingueños somos más, porque cada vez somos más los que habiendo nacido en otros lados, acogemos a esta tierra como nuestra.  Unos tuvieron la suerte de nacer aquí, yo en cambio he decidido que aquí está mi hogar, por convicción personal, no por casualidades del destino. Cuenca me tendrá que seguir esperando.


   *   *    *
En Mayo 2014, JC.



Nuestra Gente: Historias de vida IV. "A mi manera"

A mi manera




Estoy mirando atrás y puedo ver mi vida entera,
y sé que estoy en paz, pues la viví a mi manera.
Crecí sin derrochar, logré abrazar el mundo todo,
y más, mil sueños más, viví a mi modo.


Frank Sinatra



Lo veo caminar por la Avenida Quito, con unos paquetes bajo el brazo, ejerciendo su actividad de comerciante al detal. Me parece increíble que un tipo al que años atrás lo conocí como un próspero hombre de negocios, dueño de varias gasolineras, de fincas con ganado, con vehículos último modelo a su disposición y que recibía todos los honores que la sociedad brinda a quien ejerce la Gerencia de uno de los Bancos  más sólidos de la ciudad, haya sufrido una transformación tan radical. Apenas tengo una oportunidad le propongo una conversación al respecto.

Estoy bien, me dice, he superado un cáncer a la próstata, tengo fuerzas para trabajar y sobre todo tengo motivos para luchar. Soy feliz, amo a mis hijos pequeños. Si algo me apena es no poder darles más comodidades de las que les brindo, aunque es verdad que no viven en condiciones de pobreza. Mis hijos Richard Jesús Nicolás; Carlo Paolo; Juan Sebastián y Joseph Estéfano viven en Guayaquil, junto con su madre, Paola Cueva Oña, que es un ejemplo de mujer trabajadora. A esa mujer le debo mucho y aunque ahora no hago vida de hogar con ella, le guardo muchas consideraciones, remata.

Desde mi llegada a esta ciudad, allá por el año 81 del siglo pasado, conozco a Don Richard Arcesio Abril Young. Su cédula habla de que es nacido en Ambato, pero se trata de un hecho casual. Su madre tuvo que alumbrar en esa ciudad cuando estuvo de visita temporal, porque en realidad ella residía en Guayaquil. Su padre es Cuencano, un tipo alto, muy fortachón, que fue militar pero que se retiró temprano para dedicarse a sus cultivos de banano en el Oro. Su contextura física la heredó de su madre, una Guayaquileña de ascendencia China.

Sus estudios primarios los realizó en Guayaquil, en la escuela de los Salesianos. Sus compañeros enseguida le añadieron a su nombre el apelativo de “Chino”, con el que ha tenido que lidiar toda su vida. Su madre se divorció siendo él apenas un niño, por lo que apenas terminó la escuela se trasladó a vivir a Quito, en donde se matriculó en el Colegio Montúfar, en el que obtuvo su título de bachiller. Vivía en la loma grande y desde allí caminaba a su colegio, que en ese entonces estaba ubicado en el sector del Cumandá. En Quito, a su apodo de “chino” le añadieron el de “mono”, dada su procedencia.

Tuvo una vida que podría decirse tranquila, lejos del fantasma de la pobreza, más bien en un ambiente rodeado de comodidades, sin necesariamente estar en la opulencia.

Cuando estaba en quinto curso del Colegio, una compañera del colegio de su madre le abre la oportunidad de un trabajo a tiempo parcial en el departamento de información y cultura de la Embajada de los Estados Unidos. Asume la tarea de ir por los barrios, por las poblaciones y en general por los sitios en donde la gente solicitaba que se exhiban películas  que hablaban del poderío de esa nación. Su madre estaba feliz con ese empleo, puesto que su mayor sueño era que Richard viajara a los Estados Unidos a hacer su vida en ese prospero país. Un día, apenas graduado de bachiller, su madre regresa del país del norte trayendo un contrato de trabajo en el Aeropuerto Kennedy, pero Richard se niega a hacer uso de esa posibilidad. Él pudo percatarse en las películas que andaba exhibiendo, que el trabajo de los latinos era el que los gringos no querían asumir, y pensaba que aquí se estaba mejor.

Don Pedro Silva Troya, ibarreño de nacimiento, era el telegrafista del Banco del Pichincha en Santo Domingo, desde el 29 de Noviembre de 1963, fecha en la que inicia sus actividades como Agencia en esta ciudad. Don Pedro silva se había comprometido con su madre de manera que ahora era su padrastro. Con su ayuda consigue un puesto de auxiliar en el banco.  

Vine a Santo Domingo, me cuenta, el trece de Enero de 1967.
-Era gerente de la Agencia el señor Antonio Ponce Herman. Empecé siendo la última rueda del coche, pero me resultaba interesante. Mi tarea consistía en cuadrar todo el movimiento del día en las operaciones que como Agencia de Servicios tenía en funcionamiento. Había tres controles, uno era el que estaba a mi cargo. Aunque era posible adelantar en algo el trabajo, mi tarea recién empezaba cuando los otros terminaban la suya, por lo que tenía el tiempo suficiente durante el día para darme la vuelta por todos los sitios  de mis compañeros y aprenderles su oficio. Allí veía lo que hacía el Gerente durante el día y me dije, yo tengo que llegar a ese puesto. No me parece muy difícil recibir a la gente, conversar con ella y reírse a carcajadas de las ocurrencias de los clientes, me decía para mis adentros.

El Banco funcionaba en la Avenida Tsachila, en un local que arrendaba don Mario Diliberto Bruno, frente a la “Clínica Espejo” del Doctor Salazar y a las oficinas del IESS. Tuvo como compañeros de trabajo al señor Raúl Lemos; Luis Carrillo; Gabriel Velarde; Mario Montalvo, Plutarco Mora.

Las vacaciones de ley las empleaba en visitar la oficina matriz en Quito y observar el desempeño de las personas en puestos que no había en esta ciudad, pero que veía que en un futuro cercano tendrían que abrirse acá. Es por eso que fue ascendiendo progresivamente, hasta que cuando el Gerente renunció recibió el encargo de ocupar ese puesto, del que no salió sino cuando presentó su renuncia, cumplidos casi treinta años de servicio.

-Por mi trabajo conocí mucha gente, me cuenta. Pude ayudar a que mucha gente haga negocios interesantes, a muchos salvé de la quiebra con ayuda oportuna. A muchos salvé del chulco que los estaba matando. Muchas veces “estiré” el reglamento para poder ayudar. Yo entendía que la gente que tiene ganado no va a tener su dinero en el banco, el agricultor debe tener su inversión en el campo y el comerciante en mercaderías, por lo que muchas veces no cumplía con los saldos, pero yo decidía el crédito a su favor. Muchas veces me observó auditoría ese proceder, pero jamás me encontró una irregularidad. Hay que reconocer que el banco puso su dinero, pero la gente de Santo Domingo ponía su trabajo. Aquí hay gente muy trabajadora. A muchos brindé oportunidades de buenos negocios y en la misma proporción rechacé propuestas de formar sociedades, que siendo legítimas, podrían parecer que me aprovechaba de mi cargo. No me arrepiento de nada. Conocí lindas gentes, entre los que recuerdo con mucho aprecio a René Arteaga, todo un caballero. Don René nunca pidió un crédito ni un sobregiro, pero ayudaba mucho a sus paisanos manabitas. Un día llega a mi oficina a proponerme que le ayude. La ayuda consistía en que les dé crédito a unos amigos. Él les prestaba dinero pero no le pagaban. Quería entonces que el banco les preste con su garantía, para hacer más formal el asunto. Estaba seguro que al banco si le cumplirían.

El Banco te da una imagen, y eso es innegable, continúa.

-La gente de Chone formaba parte de nuestra cartera de clientes. Desde allá venía gran cantidad de dinero para nuestro banco y la gente manabita, no sé si mucho más el chonero, es increíblemente generosa. Un día llego un señor y me dijo: Ud ayuda mucho al ganadero y no puede ser  que no tenga finca. Aquí están las escrituras; mi hermano es presidente del Directorio del Banco de Fomento y está aprobado un crédito para ud. Pague cuando pueda. No puede ser, le decía, yo no sé nada de fincas ni de ganado. Finalmente adquirí la finca con cien cabezas de ganado.  Casi al mismo tiempo un señor que tenía múltiples negocios me propone en venta la gasolinera de la vía a Quito. Tampoco sabía de gasolineras y más bien le ofrezco mis servicios como administrador. Al poco tiempo le informo que el negocio en si es bueno, pero que su esposa dispone del capital de trabajo de manera antojadiza. ”Ahora ya sabe por qué quiero salir de ese negocio”, me dijo y cerramos el trato. Manejé varias gasolineras, unas como administrador y otras propias. En esa época, las gasolineras eran una gallina de huevos de oro. El precio variaba cíclicamente y quien tenía una buena capacidad de almacenamiento, salía bien en cada cambio de precio.

El Pichincha me dio la mano hasta donde su política conservadora le permitía, por lo que tuve que acudir a otros bancos. Recuerdo que visité el Banco Industrial y Comercial, cuyo Gerente era Don Darío Kanyat. Apenas le plantee el problema dispuso al sub gerente que me atienda; muy a su estilo alzó la voz y dispuso:  “Wilson, atiende a mi compadre con un crédito”. Darío, el señor no trae garante; “mi compadre no necesita garante”.  Al poco rato salí con un cheque de Gerencia, de lo que no me pude escapar es del aporte para el financiamiento de sus academias, que había que depositar voluntariamente en una caja de cartón colocada al pie del escritorio del Gerente.

Nunca intimé con nadie, sin embargo tuve un amigo por quien hice más allá de lo recomendable en términos personales, nada relacionado con el Banco. Cuando estuvo en problemas legales muy graves, el único amigo que dio la cara por él fui yo hasta poner en riesgo mi imagen. Cosas de la vida. Años más tarde, cuando por producto de mis errores me quedé sin trabajo y sin dinero, fui a buscarlo para pedirle una oportunidad en una de sus tantas empresas; tuve que esperar  cuatro horas para que me reciba y me niegue el favor. Por eso ando vendiendo artefactos para la salud, visitando las casas. Porque mi dignidad no me permite rogarle a nadie, y porque es doloroso comprobar la inconsecuencia de la gente. Ellos eran tus amigos cuando tú estabas en condiciones de ayudarles. No me avergüenzo de lo que hago, porque es digno. Prefiero eso a recibir muestras de ingratitud. Pero sabes una cosa? En la calle hay gente que se detiene a saludarme. El otro día un señor de un auto me insistía en que me suba para llevarme a casa, al punto que me puse nervioso. Que pretende este señor? Se bajó y me dijo: Don Richard, lo he estado buscando. Acabo de venir de Europa terminando mis estudios. Ahora soy un profesional. En casa siempre hablamos de Ud. Mi padre dice que nosotros recibimos educación gracias a la ayuda que Ud le brindó para su actividad comercial, cuando era Gerente del banco. Permítame llevarlo a su casa, por favor.

Me entregué al banco con alma y vida. Ese fue mi acierto y mi error. Pasé por tres Gerentes Generales. Estuve bajo el mando de Alberto Acosta Soberón; Jaime Acosta Velasco y Antonio Acosta Espinosa.
Creo haber sido visionario en temas relacionados con el Banco. Creí necesario tener un local propio por lo que propuse al Padre Iturralde la venta de un local frente al Parque, en donde hicimos nuestra primera construcción. Recuerdo que tuve un problema con el gerente General don Jaime Acosta, de quien llegué a ser su compadre.
El dispuso que se abra la sucursal utilizando los muebles que sobrarían de la Agencia más otros muebles que sobrarían en Manta. Conozco la forma de pensar del banco, así que me dispuse a obedecer, aunque en el fondo de mi alma no coincidía. A mi parecer, a un edificio nuevo le correspondía muebles nuevos. Resulta que viene de visita a conocer la nueva construcción el Presidente del Directorio, a quien sutilmente le sugiero que autorice a comprar muebles nuevos. Acepta y se compromete a convencer a Jaime Acosta de lo resuelto. Enseguida adquiero los muebles y me apresto a la inauguración, hecho difundido por la prensa a nivel nacional. El compañero de Manta, preocupado porque anuncian la inauguración en Santo Domingo y nadie viene a retirar los muebles, expresa su inquietud a la Matriz. Un día antes de la fiesta recibo una llamada del Gerente General que con voz de júpiter tronante preguntaba por qué razón había dejado de lado una orden expresa suya. De ese tema nunca se olvidó don Jaime Acosta, que siempre me recalcaba que hay gente que no obedece las disposiciones. Volvía tener una diferencia con “mi compadre” por algo relacionado con la construcción del edificio de la Y del indio colorado. Cuando el edificio estaba a punto de culminar recibí la visita de don Fidel Egas, accionista del banco y miembro del directorio; se mostró muy incómodo, ni siquiera entró a mi oficina. Desde el umbral preguntó quién había autorizado la construcción de este “elefante blanco”. Ni siquiera la matriz tenía un edificio tan grande, según su criterio. A los pocos días tenía la orden de presentar un justificativo de la inversión.
Tres meses después de inaugurado el local, en sesión de Directorio en la matriz, Don Jaime estaba sorprendido del incremento de clientes y de lo estrecho que resultó el local. Me reclamó por qué había comprado solo cinco lotes, cuando lo recomendable hubiera sido adquirir toda la propiedad. ¡Cosas de Gerentes! Para descongestionar el edificio inicié por las mismas con la construcción de las agencias de El Carmen, La Concordia, La Unión.

Estaba a punto de cumplir mis cincuenta años y mis treinta de servicio al banco, cuando empecé a recibir mensajes que yo consideraba designios divinos. Soy muy creyente, por lo que consideré que la presencia en mi oficina de Monseñor Emilio Lorenzo no podía ser casual. Me propuso que sea candidato a la Alcaldía por el PRE y me ofrecía todo su apoyo. Pensé que era el momento que había soñado para salir del banco y empezar una nueva vida. En lo personal, mi hogar se había destrozado, en parte porque mi entrega al banco hizo que me descuidara de mi hogar. Allá estaban pasando cosas que todo el mundo sabía, menos yo. Cansado de la hostilidad permanente, del abandono y la deslealtad, decidí divorciarme.

En ese tiempo tomé decisiones que dieron un giro brusco a mi vida.
Entré a la política con las mismas herramientas con las que me había defendido a lo largo de mi vida y me equivoque de largo. Ese era otro mundo para el que yo no estaba preparado. Hice cosas que vistas ahora me muestran como un tipo absolutamente ingenuo y me pintan como una criatura. Hablar de lealtad, patriotismo, desinterés en el mundo de la política y peor en el PRE me muestran como un desubicado.
Luego de mi divorcio nunca pedí separación de bienes, porque consideraba que me podía batir por mi cuenta. La campaña me significó una inversión de 250 millones de sucres; la afronté solito, porque consideraba que debía precautelar mi independencia y no adquirir compromisos con nadie. Cuando estuve en el conteo de votos en el Tribunal Provincial Electoral, vino alguien a decirme que con 200 millones se aseguraba la Alcaldía y yo me preguntaba por qué debo pagar a alguien que solo tenía que contar los votos. Asomaron personas dispuestas a cubrir esos fondos a cambio de asegurar unos contratos y no acepté para no comprometerme con nadie. Era evidente que yo estaba en otro baile.

Al poco tiempo compré una camaronera en 200 millones de sucres, que al final vino el dueño y me la quitó. Había sido estafado por alguien que me vendió una propiedad ajena. Acabados mis ahorros, intenté reclamar el 20% de lo que legalmente me correspondía y recibí ataques de mis propios hijos. Han pasado 21 años y no he podido topar nada de lo mío. Es falso que mis recursos me los quitara mi nueva pareja. Todo está en manos de quien fue mi esposa. Ni siquiera me he podido casar con la madre de mis hijos. Para ella solo tengo palabras de gratitud.
Pero aquí estoy. Estoy fuerte, sano, con ganas de vivir y empezar de nuevo, como cuando tenía veinte años. Sigo confiado en el sistema judicial y sé que un día recuperaré mis bienes. No estoy seguro de querer recuperar los amigos que representa el dinero. Solo estoy a la espera de una oportunidad. Estoy bien anímicamente, estoy preparado en lo académico y persevero en mis conceptos de lo moral y lo ético. Me pregunto si con lo que ha pasado el tiempo siguen valiendo esas herramientas, o sigo en  otro baile?

por Víctor Hugo Torres
Febrero, 2014

Nuestra Gente: Historias de vida III. Indice de textos y autores

INDICE

CLAROSCURO  por Víctor Hugo Torres
DE ROCAFUERTE A SANTO DOMINGO por Evelyn Celi
DESDE LA TOLA AL PUPUSA  por Miguel Mena Villagómez
DON CHUCHO CHECA  por Fany Moncada
DOS MUNDOS SUPERPUESTOS por Víctor Hugo Torres
EL COMANDANTE ARIEL  por Víctor Hugo Torres
EL DEPORTE A TRAVES DEL TIEMPO por Víctor Hugo Dulcey
FANTOMAS  por Jorge Quezada Carrión
GONZALO YEPEZ FLORES por Gonzalo Yépez Palma
INFANCIA CON OLOR A CAÑA por Víctor Hugo Torres
LA GEOGRAFIA ES DESTINO por Víctor Torres López
LA HUELLA DE LOS ARAUJO HIDALGO por Víctor Hugo Torres
LA ORGANIZACION MUEVE MONTAÑAS  por Víctor Hugo Torres
LADY LORENA  MISS UNIVERSO ECUATORIANA por Hilda Rendón Bautista
LAS MUJERES SE ORGANIZAN por Ana Vera Solórzano
LOS PRIMEROS LIBROS SOBRE SANTO DOMINGO por Víctor Hugo Torres
MANABA DE PURA CEPA  por José Aguilar
MI PASO POR EL SISTEMA DE SALUD por Fany Zambrano
MIS AMIGOS DE LA CALLE por Chiara Preti
PIONERO DE LA COMUNICACIÓN por Hilda Rendón Bautista
SANTO DOMINGO DE LUTO por Víctor Hugo Torres
SE MURIO EL SAPO por Heckel Vega
SOY UN LUCHADOR SOCIAL por Víctor Hugo Torres
UN EMPRESARIO SOCIALISTA por Edison Cordero
UN ESPACIO PARA TELMO por Heckel Vega
UN VIKINGO EN TIERRAS TSACHILAS por Víctor Hugo Torres
VIDA DE BOMBERO por Valeria Mesías
YO CONOCI LA GLORIA por Víctor Hugo Torres
YO ME BAÑE EN EL POVE por Lombardo Torres

YO VENGO DEL FRIO por Freddy Carrión

Nuestra Gente: Historias de vida II. Presentación

PRESENTACION

Lo que hoy es el territorio de la Provincia Santo Domingo de los Tsáchilas, sumado a los cantones de Patricia Pilar, El Carmen, La Concordia, Pedro Vicente Maldonado, Los Bancos, Puerto Quito, eran un territorio montañosos, cuya ocupación se inicia a comienzos del siglo 20 y progresivamente va llegando hasta los confines, incentivada por la presencia de cosechadores de caucho, apertura de carreteras y la política de Estado que fomentaba su ocupación.

La ciudad de Santo Domingo tiene un proceso vinculado a este fenómeno de colonización, por lo que si bien aparece como una pequeña población desde los inicios del siglo pasado, es recién desde 1950 cuando su crecimiento se desata con inusitada fuerza, motivada por la inauguración progresiva del sistema vial que termina en 1963 con la apertura de la carretera Quito Santo Domingo.

Hoy nuestra ciudad luce rasgos de modernidad, aunque esconde profundas desigualdades. Hoy somos la cuarta ciudad más poblada del Ecuador, con una característica especial en términos de historia. Nosotros podemos jactarnos de que las personas que construyeron nuestras instituciones y por lo mismo construyeron nuestra ciudad, todavía nos acompañan. Vinieron jóvenes a vincularse a Santo Domingo, ahora lucen sus canas y sus arrugas, pero todavía caminan nuestras calles. Como somos venidos de todas partes, no conocemos detalles de nuestras vidas. Como somos trabajadores, nos dedicamos a lo nuestro e ignoramos el trabajo de otros. Como somos apurados, no nos detenemos a pensar quien es tal persona, detrás de su imagen corporal.

Eso pretende este libro. Que empecemos a conocer nuestra historia y a sus actores. Empecemos a valorarlos, a rescatarlos del olvido, a respetarlos, por qué no, a quererlos y creo justo decir, a agradecerles.
Claro que en este libro no están todos. Es un esfuerzo de un grupo de personas que lo que hacemos es señalar el camino. Ojalá aparezcan otros que lo hagan de mejor manera y ojalá alguna institución apoye su trabajo.

Arq. Víctor Hugo Torres E.

Abril del 2014

Nuestra Gente: Historias de vida I

Amigos:

Está en mente publicar un libro con ese título.
Al momento está en preparativos de impresión, pero no hemos dudado de anticipar un poco de lo que se viene. 

Son treinta y cinco artículos, escritos por diez y nueve personas. Hay material para mucho más; aspiramos a motivarlos para ver si hacen llegar su aporte para un segundo tomo.

En la siguiente entrada se les comparto el índice con los respectivos autores en orden alfabético mas no de la publicación final. Vamos a mandar uno del principio y uno del final alternadamente. 

Espero sus comentarios implacables. Semanalmente les irá llegando uno diferente. La persona que se pique tendrá que esperar a que se publique. Aparentemente está resuelto el tema del auspicio, lo que quiere decir que falta poco para tenerlo en físico.

Que lo disfruten y hasta pronto,

Arq. Víctor Hugo Torres E.