lunes, 15 de agosto de 2016

Apreciaciones distintas

por: Arq. Víctor Hugo Torres

Un agencioso rector de un colegio local se acercó a la Embajada de Japón para recabar el nombre completo del Embajador con el fin de hacerlo constar en una placa de agradecimiento por el financiamiento otorgado a la construcción de aulas. La respuesta del personaje en referencia nos dejó una profunda lección: “Por favor, si va  a hacer una placa, no ponga mi nombre, ponga al Pueblo de Japón. Es el pueblo el que paga sus impuestos de donde se toma el presupuesto para apoyar al desarrollo de otros pueblos del mundo. Yo soy servidor público, me pagan un sueldo por hacer mi trabajo, no merezco ningún homenaje”

También se ha visto todo lo contrario;  personajes locales que exhiben paredes llenas de placas que recuerdan su paso por el sector público. Eso nos retrata como pueblo y como clase política. Como pueblo, está claro que brota por los poros la generosidad no exenta de ingenuidad, que nos hace sentir que hemos sido bendecidos con lo que debería ser un derecho. Como políticos, es evidente que nos quedan rezagos del feudalismo que nos hace sentir que damos algo que nos pertenece, cual Mesías prometido, cuando solo estamos cumpliendo con nuestro deber.  Esa parte de nuestra cultura política nos lleva a pensar que somos únicos, que debemos reelegirnos permanentemente, que nadie lo podría hacer mejor que nosotros y que son amargados quienes se atrevan a dudar de nuestras ejecutorias.


Los seres humanos necesitamos reconocimiento social casi con tanta intensidad como necesitamos alimentos, pero es el nivel de madurez y de conciencia el que nos lleva a dominar nuestra vanidad  y a dar el sitio que corresponde a cada cosa. La toma de conciencia nos conducirá al día en que los rótulos de la obra pública digan simplemente: Al Pueblo de Santo Domingo.

Imagen de Oswaldo Terreros: Sin título (campesino/indígena). 2010, lana, 300 x 185 cm c/u 


Artículo publicado originalmente en diario La Hora Ecuador Santo Domingo 14.08.2016

1 comentario:

  1. La idiosincrasia con la que clase dominante nos dirigió políticamente para mantener al pueblo sumiso es la respuesta que tenemos en diferentes momentos del diario vivir. El líder jamás quiere perenizarse, el deber es nuestro d estar preparado para continuar con la labor

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