Hasta los albores del siglo veinte, los Tsachilas vivían como amos y señores de la región selvática de esta parte del país. Esa monotonía se rompía con las visitas que recibían como consecuencia de la fama que adquirieron sobre su capacidad para curar enfermedades que la medicina tradicional no podía. Al poco tiempo asomaron los caucheros que se introdujeron al corazón mismo de la selva con lo que se inicia la presencia permanente de otros grupos humanos.
Corrían los años cuarenta del siglo pasado cuando en las esferas del gobierno de turno se empieza a escuchar criterios sobre la conveniencia de que el país cuente con una política de ocupación de este territorio. Como pasa siempre, para que se concrete una idea debe transcurrir un tiempo y le corresponde al Gobierno de Camilo Ponce poner en ejecución un Plan Piloto de Colonización, que contó con recursos provenientes del BID. El plan Piloto se aplicó en un polígono que ocupaba tierras de Esmeraldas, Manabí y Pichincha, así como en la parte del Oriente Ecuatoriano.
Con el apoyo logístico del Ejército, se construyeron los centros operativos en cada sector. Cada uno de ellos contenía un dispensario médico, una sala de capacitaciones, una capilla, y oficinas administrativas, ubicadas alrededor de una plaza. Pasan los tiempos y el proceso nos conduce a lo que hoy tenemos, en términos de ocupación del territorio. Hoy una parroquia rural se asienta sobre lo que fueran las oficinas de un ambicioso proyecto en cada región, acá se denomina Plan Piloto, en el Oriente El Proyecto.
Tal vez sea un despropósito sugerir a estas alturas del recorrido, proponernos repensar en esos nombres, para re bautizarlos con nombres más apegados al desarrollo del proceso, antes que a la idea inicial. Que dirá la gente de Plan Piloto?
por: Arq. Víctor Hugo Torres
Artículo publicado originalmente en diario La Hora Ecuador Santo Domingo 05.09.2016
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